Com a treballadores i treballadors cristians afirmem la dignitat inalienable de les persones i de la classe obrera de tot el món. En aquest camí de recerca de propostes i solucions dignes de la condició humana, volem estendre la mà a tothom des de la nostra opció pels empobrits. Ho volem fer amb la responsabilitat i l’esperança que troben el fonament en Déu i en les persones, dues causes que no es poden separar mai per a qui seguim a Jesucrist.

divendres, 27 de desembre del 2019

#EN SALIDA, POR EL TRABAJO DECENTE




Al finalizar el año, la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD), una vez más, realiza un proceso de revisión comunitario de los objetivos desarrollados, los compromisos llevados a cabo, así como dialogar las propuestas que darán continuidad a la tarea emprendida en la concienciación de dar al trabajo humano su sentido y dignidad sagrada.
ITD surge del impulso de diversas entidades de inspiración católica que, sumando sinergias, pretende que toda la Iglesia haga suya la situación inhumana que afecta al mundo obrero y del trabajo. La realidad actual de indecente precariedad supone situarse en clave de carrera de fondo que requiere paciencia y humildad. Por eso, la revisión es un momento importante, no tanto por valorar la ‘eficacia’ de lo realizado, como por el sano ejercicio de quitarnos del modo automático en que a veces nos sitúa la puesta en marcha de las tareas y compromisos adquiridos y, situarnos en modo manual, para hacer una breve pausa en el camino y juntos: revisar, valorar, rezar…, ver en qué nos ha cambiado la vida lo realizado, en qué ha cambiado las realidades donde andamos inmersos, en qué medida hemos contribuido al cambio de mentalidad en nuestros ambientes y se tome conciencia de esta realidad; en qué medida las víctimas, ese mundo obrero empobrecido, perciben nuestra compañía y cercanía, para juntos, luchar por la dignificación y humanización de las condiciones de trabajo.
Esta iniciativa, que cada vez cuenta con mayor apoyo de grupos y parroquiasno nace por un criterio de eficacia, que también, sino fundamentalmente por un criterio de eclesialidad y de comunión de acción para expresar que es toda la Iglesia la que clama por la indecente precariedad del trabajo que nos impide llevar a cabo un plan de vida, personal, familiar y social, acorde a lo que Dios quiere.
Creemos que ITD tiene muchas posibilidades y recorrido. Hemos de ir más allá de los días claves (el 1º de Mayo y el 7 de octubre), para seguir sumando la diversidad eclesial: parroquias, delegaciones, comunidades religiosas… y proyectar públicamente lo que significa esta iniciativa, promover y generar esta conciencia de situar el trabajo como la clave de toda la cuestión social, convencidos que la diversidad no diluye nuestras especificidades sino que las enriquecen y las potencian.
El compromiso en esta iniciativa, Iglesia por el Trabajo Decente, sea respuesta agradecida de quienes nos sentimos agraciados y lo hagamos con alegría: no podemos ser hombres y mujeres tristes; con humildad: no tenemos la solución, pero en la medida que invirtamos nuestra vida en la búsqueda, será más fácil encontrar las respuestas; con paciencia: la esperanza es incompatible con la impaciencia; y siempre, con el acompañamiento y refuerzo del ministerio pastoral, concretados en lugares de encuentro y diálogo, en cartas pastorales y en incorporar esta prioridad humana y cristiana en los diversos planes diocesanos.
En este tiempo de Adviento y de espera, donde se nos invita a estar despiertos y a vivir conscientemente, atrevernos a mirar la realidad en los ojos de los empobrecidos del mundo obrero nos puede ayudar a despertar, ya que la misericordia es tomarnos en serio el sufrimiento humano y hemos de tomar conciencia que no hay esperanzas sin lucha, y es esa lucha la que nos humaniza. Estamos llamados, como dice el papa Francisco, a meternos en líos. Pues en esta tarea, Dios nos bendiga, la Iglesia nos acompañe y el mundo obrero nos acoja.

dijous, 5 de desembre del 2019

COMUNICADO FINAL DE LAS JORNADAS GENERALES DE PASTORAL OBRERA





En el XXV aniversario del documento «La Pastoral Obrera de toda la Iglesia»
Con el objetivo de conmemorar el XXV aniversario de la publicación del documento de la CEE “La Pastoral Obrera de toda la Iglesia”, hacer balance del camino que se ha recorrido, y concretar el proceso a seguir en la misión de la Pastoral obrera en el mundo del trabajo y en la Iglesia hoy, se han celebrado las XXV Jornadas Generales, en El Escorial, del 29 de noviembre al 1 de diciembre de 2019, presididos por Mons. Antonio Algora, obispo responsable del Dpto. de Pastoral Obrera de la CEAS, con asistencia de Luis Manuel Romero, director del Secretariado de la CEAS, y participación de más de 150 asistentes de más de 34 diócesis.
Acogemos con agradecimiento esta historia de fidelidad evangélica y presencia samaritana en el mundo del trabajo. Nuestra celebración y nuestra misión quieren ser, como dice el papa Francisco, “memoriosa”, por eso lo primero ha de ser el agradecimiento a hombres y mujeres que desde su compromiso de fe han decidido a lo largo de estos años acompañar la vida del mundo obrero. Este es el punto de partida. En las vidas entregadas de tantos militantes junto a sacerdotes, religiosos, obispos, reconocemos agradecidos el don del amor y la misericordia de Dios para todos, especialmente para quienes son víctimas de la precariedad, el empobrecimiento y la deshumanización que sigue sufriendo, también hoy, el mundo obrero y del trabajo.
Hoy se ha intensificado y se recrudece esta situación de inhumanidad. Los retos de la nueva revolución industrial, y de la robotización del empleo, siguen reclamando la presencia de la Iglesia. Reconocemos el trabajo como lugar humano, como lugar eclesial, como lugar teologal, y por eso el trabajo humano como principio de vida ha de seguir estando en el centro de la misión de toda la Iglesia. La Iniciativa “Iglesia por el Trabajo Decente” fruto de este camino recorrido, manifiesta la necesidad de seguir siendo Iglesia en el mundo obrero, y nos pide una apuesta decidida por el trabajo decente, también al interior de la Iglesia, como exigencia de la fe.
Para poder realizar nuestra misión eclesial, es necesario afrontar el reto que la individualización en la vida personal y social, supone para la dignidad de la persona. Es necesario construir un proyecto de humanización con todos los trabajadores y trabajadoras que plante cara a la desigualdad y el empobrecimiento creciente, aportando el valor y el sentido del trabajo como principio de vida:
Somos urgidos a vivir una nueva etapa evangelizadora, que proclame que el trabajo es para la vida, que reclame un trabajo decente que permita construir una sociedad humana; que denuncie las agresiones normalizadas e invisibilizadas de la siniestralidad laboral; que plante cara a la inequidad que genera violencia, y para ello hemos de posibilitar el nacimiento de un nuevo orden económico y social, donde junto a la lucha contra la pobreza y sus causas, contra la precariedad vital, seamos capaces de cambiar personal y globalmente nuestra relación con la creación, porque convertimos nuestras prácticas cotidianas y nuestros estilos de vida.
Para ello hemos acordado poner en marcha un proceso sinodal de mirada a la realidad, que ponga rostro a esta situación, desde el que habremos de concretar, junto a nuestros obispos, las respuestas pastorales que como Iglesia estamos llamados a ofrecer.
Somos urgidos por el amor de Cristo, a acompañar como Iglesia la vida las trabajadoras y trabajadores empobrecidos, a generar una nueva manera de pensar, sentir y vivir; una nueva mentalidad que haga que las instituciones vuelvan a estar al servicio de las personas y de sus necesidades humanas, y para ello, somos enviados a construir otra manera de vivir con nuestro testimonio.
El Escorial, 1 de diciembre de 2019. Primer domingo de Adviento