Com a treballadores i treballadors cristians afirmem la dignitat inalienable de les persones i de la classe obrera de tot el món. En aquest camí de recerca de propostes i solucions dignes de la condició humana, volem estendre la mà a tothom des de la nostra opció pels empobrits. Ho volem fer amb la responsabilitat i l’esperança que troben el fonament en Déu i en les persones, dues causes que no es poden separar mai per a qui seguim a Jesucrist.

dimecres, 20 de novembre del 2013

COMUNICADO FINAL DE LAS XIX JORNADAS GENERALESDE PASTORAL OBRERA


Bajo el lema “No os dejéis robar la esperanza” se han celebrado, en Ávila, los días 16 y 17 de noviembre, las decimonovenas Jornadas Generales de Pastoral Obrera, que organiza el Departamento de Pastoral Obrera de la CEAS, presidido por Mons. Antonio Algora Hernando, Obispo prior de Ciudad Real, con asistencia de delegaciones y secretariados diocesanos de pastoral obrera de 40 diócesis, y participación de los Movimientos Apostólicos Obreros. Hemos contado con la presencia y las palabras de ánimo de Mons. Jesús García Burillo, Obispo de Ávila.

Constatamos que el desempleo, las condiciones indignas de trabajo, y la falta de esperanza asociada a esta larga crisis, generan precariedad y vulnerabilidad no solo laboral, sino precariedad vital. Nuestra sociedad es una sociedad fracturada, que genera exclusión, que deshumaniza, porque ha puesto al dinero en el centro de la vida económica, social y política. Nuestra sociedad ha olvidado que la persona es siempre lo primero, y que sólo el servicio al bien común de toda la persona y de todas las personas legitima la acción política y el dinamismo económico.[1] Y constatamos que esta situación es fruto de la acción interesada de poderes financieros, económicos y políticos, cuya acción inhumana hemos de seguir denunciando, por ser contraria al Evangelio.

Constatamos que la precariedad afecta no solo a las personas individualmente consideradas, sino a las familias enteras, a los niños y jóvenes, a los mayores, y a la misma estructura de la convivencia social. El deterioro humano que el desempleo creciente y la precariedad constante van generando clama ante el Dios de la Vida. Donde no hay trabajo, falta la dignidad. No podemos seguir recorriendo esos caminos. En nombre de Dios pedimos, como clamaba recientemente el Papa Francisco: ¡trabajo, trabajo, trabajo! [2]

Como miembros de la Iglesia somos conscientes de la necesidad de seguir reivindicando un trabajo decente para todos que sea expresión de la dignidad esencial de todo hombre o mujer: un trabajo libremente elegido, que asocie efectivamente a los trabajadores, hombres y mujeres, al desarrollo de su comunidad; un trabajo que, de este modo, haga que los trabajadores sean respetados, evitando toda discriminación; un trabajo que permita satisfacer las necesidades de las familias y escolarizar a los hijos sin que se vean obligados a trabajar; un trabajo que consienta a los trabajadores organizarse libremente y hacer oír su voz; un trabajo que deje espacio para reencontrarse adecuadamente con las propias raíces en el ámbito personal, familiar y espiritual; un trabajo que asegure una condición digna a los trabajadores que llegan a la jubilación.[3] (CV 63) Nuestra sociedad debe buscar caminos para hacer posible un trabajo humano digno para todas las personas.

Queremos reconocer, valorar, y agradecer cuantos esfuerzos de solidaridad y humanización, y en pro de estructuras políticas y económicas más justas van surgiendo en nuestro mundo, y a cuantas personas –creyentes o no- hacen de la solidaridad con los últimos y de la lucha por la justicia, su camino de vida.

Por eso:
  • Reafirmamos la dignidad inalienable de todas las personas. El trabajo humano es digno porque son los hombres y las mujeres quienes lo realizan.
  • Queremos abrir horizontes más allá de la precariedad. En Cristo Resucitado, vencedor de la muerte, podemos avanzar en nuevas posibilidades de vida para todos. Hemos de seguir alumbrando, nuevas formas de organización social, económica y política, más justas y humanas.
  • Hemos de sostener la utopía del Reino, y fomentar el discernimiento cristiano que nos ayude a articular lo utópico, lo posible, y lo concreto.
  • Queremos ayudar a que las personas descubran y activen sus fortalezas y se abran a la esperanza; queremos suscitar la esperanza en los demás.
  • Queremos potenciar espacios y experiencias de encuentro y acompañamiento de quienes sufren. Solo desde la solidaridad demostrada seremos capaces de suscitar esperanza.


A esta tarea invitamos de corazón a los militantes obreros cristianos, a los miembros de los movimientos apostólicos obreros, de las congregaciones religiosas, de las comunidades parroquiales, de nuestras diócesis, para seguir haciendo “una pastoral obrera de toda la Iglesia”.

Ávila, 17 de noviembre de 2013






[1] Cfr. CDSI 398. Cfr. Papa Francisco, Viaje pastoral a Cagliari, Encuentro con el mundo del trabajo 22.09.2013; Discurso 03.10.2013 en el aniversario de Pacem in Terri;, y Discurso 25.05.2013 a la Fundación Centessimus Annus.
[2] Papa Francisco. Viaje pastoral a Cagliari. Encuentro con el mundo del trabajo 22.09.2013
[3]ritas in Veritate 63

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