EL
NIÑO DEL PESEBRE
(Publicado en
un periódico belga, La Croix, el 25 de diciembre de 1954)
No,
no es una bella imagen, ni un cuento para niños, ni una fábula para escolares.
Es
el acontecimiento que domina la historia de la humanidad. Aporta a todos los
hombres, adultos y jóvenes, patronos y obreros, políticos y ciudadanos, la
verdad esencial sin la cual no es posible civilización humana ni promoción
obrera.
Dios,
el creador del cielo y de la tierra, se ha hecho niño, para mostrar a todos,
sin excepción, la dignidad sagrada del niño, el respeto que se le debe, los
cuidados con que hay que rodearlo, la educación a la que tiene derecho.
Dios
nace en un establo para proclamar que los más pobres, los más pequeños deben
ser respetados, honrados, reconocidos, ayudados, salvados y amados.
El
Niño del pesebre da a conocer a los hombres de todas las razas, de todos los
colores, de todas las condiciones, el único medio de acercarse, de unirse y de
prevenir los odios, los enfrentamientos y las guerras: el respeto, la ayuda, el
amor que se les debe a los más humildes y a los más desgraciados: el deber primordial,
no solamente de no dejarles morir o perecer de hambre, de enfermedad o de ignorancia,
sino de hacer todo para asistirles y salvarles.
El
Niño del pesebre es el Dios hecho hombre para anunciar a todos los hombres la inviolabilidad
del niño, de la mujer, de la familia en las que viven, sean las que sean.
Y
ahí está lo trágico del momento actual. El mundo se ha hecho uno; la humanidad
se ha hecho una; todos los pueblos se conocen. Todos ellos saben, el contraste
monstruoso que existe entre los cientos de millones de niños, de hombres y de
familias sumergidos en la miseria, condenados a una muerte precoz y a una vida
subdesarrollada, y los pocos privilegiados, hartos de confort, de cuidados y de
esperanza de una vida cada vez más larga y más acomodada.
Este
mundo no está de acuerdo con el mensaje del Niño de Belén, con el canto de los
ángeles en la noche de navidad.
Nosotros
que creemos, recojámonos ante el pesebre y tomemos conciencia de nuestra
responsabilidad misionera.
Los
que no creéis, meditad al menos la llamada de este Niño. Amad a los más
pequeños, a los más pobres, a los más desgraciados..., así conseguiréis la
fraternidad, la unión, la paz.
Todos,
creyentes e increyentes, unámonos en la búsqueda sincera y desinteresada de la
verdad y de la caridad, que lleguen a todos y no excluyan a ninguno, tanto en
la vida pública como en la privada, tanto a nivel nacional como a nivel
internacional.
¡Que
Navidad nos ayude a formar una nueva humanidad y a construir un mundo nuevo!
J. Cardijn
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada